La psicología del color afirma que el color marrón hace que las personas nos sintamos seguras y protegidas, por su relación con el suelo de la naturaleza: el elemento tranquilizador y resistente que nos mantiene literalmente con los pies en la tierra.
Por eso no es de extrañar que, tras dos años enteros de incertidumbre pandémica, el marrón resurja masivamente en la decoración del hogar y el diseño de interiores.
«Todo el mundo quiere sentirse reconfortado por la tierra ya sea con un lino marrón orgánico en un sofá de la sala de estar o con un terciopelo de seda de color chocolate en un sillón», cuenta Sikes a Vogue.
Otro factor que contribuye al atractivo del marrón es el auge del minimalismo cálido. El minimalismo se ha interpretado con frecuencia en decoración como un todo al blanco, bonito, sí, pero también austero. Y cuando la pandemia hizo que todo el mundo se quedara en casa mirando a las paredes, esa estética monocromática era lo último que queríamos. El marrón es un color reconfortante que además puede encajar en una paleta neutra y reducida, muy apreciada por los devotos del menos es más
Eso no quiere decir que el marrón no presente opciones para los maximalistas, el marrón es el color perfecto para quienes se sitúan en un punto intermedio entre ambos estilos.